Brindar por las noches, a oscuras, por ganarle la partida a la memoria (que te podrá quitar lo que prefiera, pero el perfil, su sonrisa, los gestos, los escondes bien clavados en las córneas).
Nunca es la canción completa; basta un sólo acorde, un gesto certero, zarpazo mortal en la cáscara de la memoria, para que reaparezca.
Y entonces, al final, ya te da igual que venga el tiempo a sisarte burdamente los detalles; que su olor animal en las noches de lluvia, el arañazo profundo de sus labios en las pupilas..
bien lo sabes tú, que ni queriendo se borran.